Martín Urruty: ¡Salud, Márquez!

Martín Urruty analiza lo que significa para MotoGP el inminente quinto campeonato de Marc Márquez tras lo sucedido en el Gran Premio de Tailandia.

Marc Marquez, Dani Pedrosa, Repsol Honda Team

Marc Marquez, Dani Pedrosa, Repsol Honda Team

Gold and Goose / Motorsport Images

Marc Márquez será, probablemente, quíntuple campeón de MotoGP en menos de dos semanas. Hasta puede ceder un par de puntos de la ventaja que ha acumulado y consagrarse igual en el próximo Gran Premio de Japón. Si se asegura el título en Motegi, faltarán aún tres fechas para el final de la temporada. Y se habrá ceñido entonces su quinta corona en seis años en la elite del motociclismo mundial.

El balance hasta hoy lo muestra ganador de casi la mitad de las carreras que corrió -42 de 104, el 40,3%- y en el podio en el 72% de los Grandes Premios disputados.

Este año, sin mirar más lejos, lleva ganadas la mitad de las competencias: siete de 14. Sin embargo, nadie tiene argumentos sólidos para afirmar que el campeonato del mundo es aburrido. O que hace falta un cambio de reglamento técnico o deportivo que permita más competitividad.

Que gane casi siempre el mismo no significa que no exista una saludable competencia. Y la primera edición mundialista del Gran Premio de Tailandia, 30º país que visita el septuagenario campeonato y primero nuevo en los últimos 13 años, resultó una fabulosa demostración de la paridad de fuerzas. La carrera tuvo tres líderes distintos -uno fue Valentino Rossi, con Yamaha, que lleva 24 carreras sin victorias-, la batalla cuerpo a cuerpo entre Márquez y Andrea Dovizioso duró hasta la última curva y quienes al cabo integraron el podio cruzaron la meta encerrados en menos de tres décimas. Campeón y subcampeón que seguramente este año repetirán esos logros son corredores con diferente estilo de pilotaje al mando de máquinas tan veloces como disímiles. Tres fabricantes distintos pusieron sus motos en el podio de Buriram.

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A pesar de que los prototipos de 1.000 cc. son extraordinarias piezas de ingeniería con avanzada tecnología que en su momento llegará derramada a los modelos de serie, que multitudinarios equipos trabajan en las fábricas y en pista con estándares de calidad propios de un laboratorio, buena parte del resultado de un Gran Premio termina dependiendo de las sensaciones y actitudes del piloto que va montado en un aparato con dos ruedas, 157 kilos y 250 caballos. Se trata de trabajar durante buena parte del fin de semana para poco menos de 120 kilómetros de una carrera en la que las cuestiones estratégicas no pasan mucho más allá de la elección del neumático acorde según moto, pista y meteorología, y qué ritmo mantener de acuerdo con el desarrollo. No hay especulaciones de consumo de combustible, detenciones en boxes, más o menos carga de batería ni demás deleites para ingenieros a menudo a contramano de lo que espera el espectador menos calificado que sigue a los deportes con motor.

Que gane casi siempre el mismo no es argumento suficiente para cambiar lo que está bien. En todo caso, sirve como reconocimiento para quien exhibe un nivel superior al resto y es capaz de extraerle a una máquina el máximo rendimiento posible. ¿O acaso Dani Pedrosa y Cal Crutchlow no cuentan con los mismos elementos que Márquez? Quizá ahora el español no reciba mucha información sobre el futuro pero tiene acceso al mismo presente. Acaso al inglés ciertas piezas le lleguen con demora, pero esa no es la causa por la cual el vencedor en la Argentina ha sumado menos de la mitad de los puntos que atesora el campeón.

Márquez pone su parte para que aún venciendo tan a menudo y a punto de abrazar el séptimo Mundial en sus últimas nueve temporadas cada carrera de MotoGP evoque las mismas incógnitas y genere renovadas emociones. Está claro que a Márquez le cuesta ganar, no arrolla como a comienzos de 2014 cuando defendió su primera corona en la cilindrada mayor con diez victorias consecutivas.

Esta temporada debe esforzarse en cada carrera porque la oposición -principalmente de Ducati- ha crecido y la Honda es aún una moto sensible a la que hay que saber llevar de una manera particular y es capaz de traicionar al menor descuido. Además, como se vio en Aragón y volvió a ocurrir en Buriram, el cuádruple campeón no descansa en el cómodo colchón de puntos que le permitiría correr esperando la consagración sino que está dispuesto a montar pelea donde haga falta con tal de dejar en claro que mantiene intacto el hambre de victorias que, de paso, anticipan su segura coronación. Y esto a pesar de que el precio pueda ser un cero.

Así se lanzó desde la grilla en el Motorland, acomodándose para intentar vencer a las Ducati al llegar a la primera curva lo que derivó en la caída de Jorge Lorenzo, y lo remedó en Tailandia, donde peleó con Dovizioso como si el título se definiera en la curva final.

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Márquez es el piloto más completo del elenco actual en MotoGP porque se destaca en los rubros de siempre, velocidad tanto para la vuelta lanzada de clasificación como para el ritmo en carrera, entendimiento de los requerimientos de la moto para viajar rápido incluidos los neumáticos Michelin, capacidad de adaptar su estilo y en el último par de años incorporó una extraordinaria gestión de campeonato. Ahora el catalán es capaz de darles prioridad a los puntos cuando considera que buscar la victoria conlleva riesgos muy altos o lanzar la moneda al aire jugándose el puesto -y el premio- en una frenada.

Como en 2013, el año de su debut, 2014, 2016 y 2017, Márquez será campeón esta temporada. Y muy probablemente Dovizioso repita el subcampeonato obtenido el año pasado. No tendrá este ejercicio ahora en gira por Asia y Oceanía nueve ganadores distintos como el de 2016. Le falta a la temporada que va camino al cierre el real protagonismo de Yamaha, que en Buriram volvió al podio con Maverick Viñales después de cuatro carreras sin saborear champagne. Y a los equipos satélites se les ha hecho algo más difícil el acceso al podio. Pero ninguno de esos elementos ni todos juntos son suficientes para sostener que el Mundial al que Márquez está a punto de estamparle otra vez su apellido anda corto de emociones o que amerita alguna modificación.

No hay que arreglar lo que no está roto, dice un viejo refrán. Que luego de cada carrera los comentarios más genuinos de los hinchas sean sobre maniobras, sobrepasos y otros lances antes de recordar que un nombre domina la escena resulta una muestra de la salud del Mundial. Del Mundial de Márquez.

Marc Marquez, Repsol Honda Team

Marc Marquez, Repsol Honda Team

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

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