Artículo especial

Marc Márquez y esa mujer llamada "Sole"

Martín Urruty nos cuenta una historia poco conocida sobre el Campeón del Mundo de MotoGP 2016.

Podium: Ganador, Marc Márquez, Repsol Honda Team

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Repsol Media

Ganador, Marc Márquez, Repsol Honda Team
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Marc Márquez, Repsol Honda Team

Marc Márquez sólo tenía tres meses cuando empezó a quedarse un buen rato cada día con Soledad Sáez, abuela paterna, mientras sus padres trabajaban. Más adelante, salía de la escuela directo a almorzar en casa de sus abuelos, un ritual que repitió incluso cuando -ya piloto mundialista- terminaba su entrenamiento en Cervera. Jamás se quejaba del menú y, según rememoraba orgullosa la abuela, "comía todo lo que había". Soledad era, para todos, Sole. Salvo para Marc: el flamante quíntuple campeón de motociclismo, el más joven tricampeón en la historia de MotoGP, le decía abuela. O àvia, en catalán.

Sole casi no miraba las carreras, apenas las largadas. Trataba de distraerse con cualquier actividad para aplacar los nervios durante los Grandes Premios. En cambio Ramón, su esposo, aún hoy sigue todo al detalle frente al televisor. Ella, cada tanto, escuchaba cómo el relator nombraba a los pilotos y así deducía en qué posición marchaba su nieto. Sole sentía devoción por Marc. Y le gustaba recordar cuando debió ser operada en un brazo y al principio no podía levantar más que dos dedos, y el nieto de sólo ocho años estaba a su lado durante la rehabilitación para asistirla en lo que necesitara. O que Marc no quería que ella le regalara dinero para el cumpleaños "porque el abuelo no trabaja". 

Sole y Ramón tuvieron cuatro hijos: Ramón, actual presidente del Club de Fans Marc Márquez 93; Julià, padre de Marc y Álex; Jesús y Soledad. El 14 de mayo de este año, cuando intentaba evitar ser atropellada por un auto que maniobraba marcha atrás, Sole se cayó y sufrió graves lesiones. Quedó internada en coma en el hospital Arnau de Vilanova, en Lérida, y falleció ocho días después. Ocurrió justo el domingo 22, mientras Marc y Álex corrían el Gran Premio de Italia en Mugello. Aquel fue el día de la batalla hasta la línea de meta con Jorge Lorenzo, quien terminó ganándole por apenas 19 milésimas.

En la siguiente competencia, dos semanas después, Luis Salom se mató en las prácticas del viernes en Moto2. Al día siguiente Márquez le ganó la pole a Lorenzo con casi medio segundo de ventaja en el dibujo catalán retocado de apuro, y dedicó ese logro a la memoria de su abuela y del colega Salom. En carrera no pudo con Valentino Rossi, pero se encontraron en el parque cerrado y sellaron espontáneamente la paz con un saludo que se negaban desde aquel vendaval dialéctico en Malasia 2015. Sole no llegó a verlo. Ella había sido testigo de la admiración que Marc sentía por Vale cuando correr en el Mundial no era más que un sueño para el catalán. "Mi nieto le tenía como un Dios. Eran muy amigos. No entiendo por qué le ha hecho esa marranada", había dicho desde Cervera, enojada por las acusasiones del italiano durante la definición del título el año pasado.

Rossi no ha podido menos que reconocer que Márquez es el justo campeón en 2016. La nueva consagración del español rompe también una marca que poseía el italiano como el más joven tricampeón de la cilindrada mayor. Il Dottore lo había conseguido en 2003, bien pasados los 24 años. Marc aún tiene 23. Por eso también sorprende el aplomo con el cual el nuevo quíntuple ha corrido este año para asegurarse -¡y con tres fechas de antelación!- un título que durante la pretemporada rozaba la utopía. El precoz talento que brilló en 2013, asentado en su confianza avasalló a la competencia en 2014 y penó en su empeño por imponerse a una máquina indómita el año pasado, se graduó como piloto integral en 2016. Márquez fue el único que ha sumado puntos en todas las fechas corridas hasta ahora, incluso en Francia, donde se cayó, levantó la Honda y la llevó maltrecha durante una docena de vueltas hasta cruzar la meta 13° y último, pero con tres puntos para la causa.

Márquez entendió más temprano que tarde, y luego de lo sucedido con tantas caídas en 2015, que debía cambiar su estilo para encauzar su relación con la Honda, ahora equipada con nueva electrónica y cambiantes neumáticos Michelin. Fue paciente cuando hizo falta. Fue contundente cuando pudo. Fue inteligente de principio a fin. La conclusión de la temporada, más allá de que aún queden tres carreras en la agenda, parece una reproducción a escala del desarrollo del ejercicio 2016. 

Márquez largó rodeado por las Yamaha de Rossi, autor de la pole, y Lorenzo, veloz en los ensayos. Fue expeditivo para sortear al campeón reinante y mantuvo el ritmo que era capaz de desarrollar mientras detrás suyo se sucedieron los errores que llevaron a sus rivales al piso. Eso allanó su camino hacia la primera victoria en Motegi, el circuito de su empleador Honda, al cabo quinto triunfo del año y seguro de tricampeonato. Márquez lleva siete temporadas consecutivas -desde su primera corona en 125 cc., en 2010- en las que no baja del tercer lugar en el Mundial: cinco títulos, el subcampeonato 2011 en su estreno en Moto2 y el tercer puesto el año pasado en MotoGP. 

Su quinta consagración tenía destinataria desde hacía varios meses, cuando parecía poco probable y aún marchaba detrás de Lorenzo en la tabla. La guardó entonces. En las últimas semanas pensó que quizá en Malasia podría celebrar y dedicar. Sucedió más temprano, como casi todo en su vida. Y fue "para la abuela", como dijo emocionado en la entrevista para la señal internacional de televisión. Para Sole.

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