'La ayuda menos pensada', por Martín Urruty

Sólo un piloto podía torcer el rumbo del Campeonato Mundial. Y parece haberlo hecho de la forma menos pensada. Cuando Jorge Lorenzo fue reclutado un año atrás por Honda, su linaje como tricampeón de MotoGP, quíntuple campeón del mundo, y el modo en el que finalmente había logrado domar a la Ducati lo apuntalaron como el corredor capaz de poner en aprietos a Marc Márquez. Al cabo, el palmesano es el único que ha conseguido ganarle un campeonato desde que el catalán debutó en 2013.

Aunque Lorenzo no ha logrado todavía incomodar directamente a su compañero de equipo, lo que el mallorquín hizo en la segunda vuelta del Gran Premio de Cataluña modificó la traza que traía la temporada.

El tiempo determinará si ha sido en forma definitiva. El desliz de novato cometido por quien está próximo a cumplir 300 carreras mundialistas (acumula 289) y casi 200 en la cilindrada mayor (lleva 195) facilitó el segundo triunfo de Márquez en Barcelona y su escapada en la tabla de posiciones.

Protocolar, el ganador por cuarta vez este año le agradeció "a todo el equipo Repsol Honda por el trabajo realizado" y en esa totalidad que Márquez incluyó como formalidad ante la prensa varios suspicaces quisieron encuadrar a Lorenzo. La rodada de la Honda 99 en la curva 10 quitó de circulación a Andrea Dovizioso, el rival más próximo al líder del campeonato y al dúo de Yamaha que al menos en el comienzo parecía haber recuperado la competitividad perdida.

La maniobra de Lorenzo no tuvo ni por asomo esa intención. Fue un error más propio de un impetuoso corredor saliendo de la adolescencia que del inteligente ganador de 68 carreras, 47 de ellas en MotoGP. Por primera vez tan adelante desde que conduce una Honda, en buena parte gracias a la comodidad lograda con los nuevos apéndices de apoyo, el mallorquín se lanzó por adentro en una de las frenadas más fuertes del circuito, estiró cuanto pudo el momento de parar la moto antes de la curva más lenta, la rueda delantera se barrió como tantas veces les ha ocurrido a los usuarios de la marca -Márquez incluido- y ya en el suelo impactó a la Ducati del subcampeón y a la Yamaha de Maverick Viñales.

Valentino Rossi intentó esquivar el desparramo y cuando parecía que estaba lográndolo al costo de quedar en el fondo del pelotón, la rueda trasera de la Yamaha se montó sobre la delantera de la 99, el carenado, y el italiano también se fue al piso. En un instante, la acción de Lorenzo sembró en la banquina 11 títulos y 158 triunfos mundialistas.

El difícil fin de semana de Márquez en Cataluña -sólo había quedado primero en la tanda inicial de entrenamientos, el viernes- fue resuelto cuando ni siquiera habían transcurrido ocho kilómetros de carrera. Las caídas en la décima curva partieron el pelotón y sobrevivieron los menos peligrosos: Danilo Petrucci, cuya elección de neumáticos no rindió hasta el final, Fabio Quartararo, satisfecho con su primer podio en apenas siete carreras en la elite -ahora el quinto piloto más joven en conseguirlo-, y Álex Rins, quien se enredó en la lucha con el italiano y fue quedando cada vez más lejos del líder. Márquez pudo manejar el ritmo a gusto, sin presión, y gestionar el uso de los neumáticos, un intríngulis que había desvelado a todos en la preparación para la séptima fecha.

Difícilmente habría tenido tal comodidad con, al menos, Dovizioso en pista. Ducati había ganado las anteriores dos ediciones de la carrera catalana, con Dovi en 2017, una prueba lenta para la conservación del caucho, y con Lorenzo en 2018. Aquellas victorias italianas habían completado los dobletes iniciados dos semanas antes en Mugello. Ducati soñaba con extender la racha en 2019, lo que podría haber dejado a Dovizioso más cerca de la cima del Mundial y a Márquez, algo más nervioso sobre una moto a la que sólo él puede domesticar con regularidad.

Los 37 puntos de ventaja que ahora tiene el heptacampeón en el torneo le otorgan un bienestar inusual en años anteriores a esta altura de la temporada. Por eso minutos más tarde de la carrera, en el paddock barcelonés, el éxtasis del quíntuple era directamente proporcional con la decepción del doble subcampeón. Después de Cataluña 2016, fecha ganada por Rossi, Márquez lideraba el certamen con 125 puntos, diez más que Lorenzo y 22 de ventaja con respecto a Il Dottore.

Luego del triunfo de Dovi en 2017 en el municipio de Montmeló, Viñales encabezaba las posiciones con 111 puntos, siete más que el italiano y 23 más que Márquez. En 2018, el campeón se fue de la carrera de casa -ganada por Lorenzo- con 115 unidades, 27 de renta sobre Rossi y 38 más que Viñales. Los 140 anotados hasta hoy aparecen como la mejor cosecha de Marc en las últimas temporadas y la distancia con su perseguidor más cercano es la más amplia desde 2014.

La memoria colectiva, que tiende a retener lo reciente con mayor facilidad, puede darle a Lorenzo todo el crédito por la actual situación del Mundial. Sin embargo, poco y nada tuvo que ver el mallorquín con las victorias anteriores de Márquez en la Argentina, España y Francia ni con los segundos puestos en Qatar -luchando hasta la última curva con Dovizioso- e Italia, donde intentó ganar la carrera en la última vuelta. Por todo eso, principalmente, Márquez parece ahora encaminado a su sexto título. Porque sabe aprovechar cada oportunidad. Incluso si llega desde el lugar menos pensado.

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