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'Exorcismo en la Catedral', por Martín Urruty

Una carrera emocionante con un ganador diferente, esto fue lo que dejó el Gran Premio de Holanda de MotoGP y Martín Urruty te lo cuenta.

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Gold and Goose / Motorsport Images

El maleficio parece haber quedado exorcizado en la Catedral. Después de nueve carreras sin triunfos, Maverick Viñales y Yamaha volvieron a ganar. Su anterior victoria había sido en Australia 2018, hasta llegar a Holanda el único triunfo de la marca japonesa en dos temporadas.

La tercera victoria del español en la pista de Drenthe, primera en la elite, acabó con una sequía que obligaba a la memoria a llegar hasta comienzos de siglo, cuando los cuatro tiempos con rótulo de MotoGP reemplazaron a los 500 cc. El anterior bienio de Yamaha sin éxitos en las primeras siete fechas del campeonato había sido en 2002 y 2003, antes del arribo de Valentino Rossi al equipo.

El sexto triunfo de Viñales en la categoría reina, quinto con el constructor de los diapasones, fue el resultado de una combinación de sucesos, muchos propiciados por el piloto y la escudería pero otros derivados de fallas ajenas o distintas necesidades y pareceres.

Mack encabezó un podio en el que parecía haber tres ganadores: además del legítimo vencedor, a Marc Márquez el segundo puesto le sabía como victoria porque sumó más puntos que sus rivales en la lucha por el título y Fabio Quartararo disfrutaba de su segundo podio consecutivo en ocho competencias en la cilindrada mayor, en la que ya ha conseguido tres pole positions.

El ritmo de Viñales fue tan contundente cuando se lo propuso que se recuperó de ¡tres pasadas de largo! que en su momento le hicieron perder tiempo y posiciones. Como la mayoría de sus colegas, el excampeón de Moto3 optó por calzarle un neumático trasero de compuesto duro a su Yamaha. Márquez fue uno de los pocos que eligió montar una goma blanda atrás luego de varias deliberaciones dado que la temperatura al comienzo del Gran Premio era bastante más baja que durante la clasificación de un día antes. Quartararo, con el físico aún menguado consecuencia de la operación a la que se sometió semanas atrás para despejar el síndrome compartimental, tomó la misma decisión que su compañero de marca.

Cuando el Campeonato Mundial finalmente adoptó en 2016 la centralina electrónica única y Michelin reemplazó a Bridgestone como proveedor de neumáticos, Yamaha empezó a sufrir para igualar a Honda y pelear ante el resurgimiento de Ducati.

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

Ganador de la carrera Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Ganador de la carrera Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

Ganador de la carrera Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Ganador de la carrera Maverick Vinales, Yamaha Factory Racing

Foto de: Gold and Goose / Motorsport Images

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En ocasiones pierde también con Suzuki. Sus pilotos han coincidido en las quejas -entrega de potencia que condiciona la tracción y pobre aceleración- y el ambiente interno se volvió tenso el año pasado mientras coleccionaban carreras sin triunfos al punto que el jefe de proyecto de la marca salió a ofrecerles disculpas públicas a Rossi y Viñales luego de la paupérrima clasificación en Austria 2018. Kouji Tsuya fue destituido a fin de año y Takahiro Sumi tomó su lugar. Antes que esto, la escudería dedicó más recursos y esfuerzos a mejorar la gestión electrónica, un área en la que su competencia había continuado trabajando pese a las restricciones pero Yamaha no tenía tan desarrollada.

Más allá de los pequeños deslices ya contados, Viñales tuvo al fin una carrera estable en 2019. En tres de las siete fechas anteriores había sido golpeado y sacado de competencia: Franco Morbidelli lo embistió cerca del cierre en la Argentina, Francesco Bagnaia lo chocó en Francia y Jorge Lorenzo lo colectó en la segunda vuelta de Cataluña. A comienzos de temporada el catalán había comprometido sus prestaciones con pésimas largadas; en Austin además movió antes y fue penalizado.

En su regreso a la primera fila de la grilla que este año sólo había ocupado en Losail y Termas de Río Hondo, las dos primeras fechas, pudo mantenerse con el pelotón de punta desde el comienzo y hacerse lugar adelante. La tempranísima caída de Álex Rins mientras marchaba en punta en una pista para la cual la Suzuki parece hecha a medida, sin rectas largas y con buena recompensa para chasis ágiles con buena velocidad en curva, le quitó a Viñales un rival por la victoria y a Márquez, un potencial recolector de puntos para el campeonato.

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Las Yamaha M1 de distintas especificaciones que terminaron ocupando tres de los cinco primeros lugares, dos de ellas en el podio incluida la del ganador, no llevan en sus entrañas una solución radical recién hallada y ni el más optimista ingeniero en Iwata es capaz de asegurar que el equipo haya vuelto a sus mejores días aunque Quartararo lleve tres pole positions en las últimas cinco fechas.

Si bien en la carrera anterior, en Cataluña, había existido una insinuación de recuperación que el topetazo de Lorenzo que terminó con Viñales y Rossi en el piso dejó trunca cuando sólo iban ocho kilómetros de competencia, las mejoras son pequeñas pero en distintas zonas: el nuevo escape que Il Dottore usó por primera vez en los ensayos para el Gran Premio catalán pero volvió a utilizar recién en los tests privados el día siguiente a la carrera llevó a unos ajustes electrónicos que mejoran la entrega de potencia y la aceleración, lo que tiene efecto en el desgaste del neumático. A la vez, se sigue trabajando en el chasis y la periferia del motor usando toda la información provista por los cuatro pilotos, el dúo oficial y la dupla del equipo satélite.

A pesar de que la caída en la que embistió a Takaaki Nakagami lo dejó sin puntos por tercera competencia en fila, Rossi continúa siendo el mejor piloto de Yamaha en el certamen. Sin embargo, al momento es uno de los más lentos y lleva dos años sin ganar un Gran Premio, su peor racha excluyendo los dos años en Ducati.

Esta vez, las soluciones que otorgan dividendos principalmente a Viñales y a Quartararo no son efectivas para el heptacampeón de MotoGP, que durante todo el fin de semana languideció en Assen y pese a los cambios hechos luego de la prueba libre matutina su progreso en carrera resultó módico. El exorcismo en la Catedral no alcanzó al Doctor. La fe y la ciencia, se sabe, andan por caminos separados.

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