'El método Márquez', por Martín Urruty

Más allá de lo que hace sobre la moto, la forma en la que Marc Márquez encara la temporada esconde parte del secreto que luego se revela en cada Gran Premio, escribe nuestro columnista Martín Urruty.

Marc Márquez, Repsol Honda Team

Marc Márquez, Repsol Honda Team

Gold and Goose / Motorsport Images

El método Márquez parece incontrastable. Simple en el enunciado pero muy difícil de imitar. El heptacampeón se asemeja a su idolatrado Lionel Messi: cualquier rival conoce su repertorio de amagos, para qué lado suele gambetear y cómo quiebra la cintura pero igual termina generalmente desbordado por el genio rosarino.

Del español también se sabe exactamente qué hace sobre la moto, principalmente los compañeros de marca que estudian cuidadosamente sus datos de telemetría, y cómo encara carreras y campeonatos. Pero sólo de vez en cuando le ganan alguna competencia y casi nunca un título. De hecho, en seis años completos sólo perdió un Mundial de MotoGP.

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Aprendido a fuerza de magullones cuando ya era bicampeón, durante la compleja temporada 2015 en la que acumuló la inédita cifra de seis ceros, el método Márquez consiste en encontrar en pretemporada variables de puesta a punto que le sirvan para distintas condiciones, aún cuando sólo él pueda sacarles provecho, y ya en competencia tratar de ganar cada vez que se presenta la oportunidad y de sumar tanto como sea posible cuando otros pilotos son más fuertes o la victoria requiere de un riesgo desmedido que pone en peligro una segura cosecha para el Mundial.

Desde que Márquez lleva a cabo tal estrategia, al compás de una Honda que fue volviéndose compleja y que sólo él domina más o menos a gusto, nunca antes había llegado al receso del campeonato con tanta ventaja a su favor.

La única ocasión anterior en la que el campeón arribó a las vacaciones de medio término con mejor diferencia que la actual fue en 2014, cuando ganó todas las carreras -al cabo fueron diez triunfos en las primeras diez fechas- y contaba con 77 puntos más que su compañero de entonces, Dani Pedrosa. Luego de su décima victoria en fila en Alemania, el piloto de Cervera encara el verano boreal con 58 puntos de diferencia con respecto a Andrea Dovizioso.

La última vez que el italiano anotó más que el español este año fue en el Gran Premio de las Américas, la tercera fecha: Márquez se cayó y él arribó cuarto. El multicampeón descansa sobre el colchón más cómodo que ha construido en los últimos años: le sacó 48 puntos a Jorge Lorenzo al cabo de las primeras nueve carreras de 2016, cinco a Maverick Viñales luego de la novena fecha de 2017 y a esta altura de 2018 le llevaba 46 a Valentino Rossi.

Desde la pole position, como siempre en Alemania, Márquez edificó su quinta victoria del año y estiró un historial que sirve para pintar su procedimiento, alquimia de efectividad y contundencia.

En sólo tres de las últimas 21 fechas no logró colectar puntos: Australia y Valencia 2018 -ya se había asegurado su quinta corona- y Austin 2019. En las otras 18 terminó siempre en el podio y en sólo una de ellas fue tercero (República Checa 2018).

Acaba de completar una década triunfal en Alemania, los últimos siete triunfos en la cilindrada mayor, con los que alcanzó la marca de Rossi en Mugello (vencedor sucesivo desde 2002 hasta 2008) y quedó cerca de las históricas seguidillas de otro italiano, Giacomo Agostini, quien enhebró ocho victorias en fila en Spa-Francorchamps (1966 a 1973) y nueve en Imatra, Finlandia (1965 a 1973).

El camino hacia el sexto título ecuménico parece despejado porque la consistencia de Márquez encuentra escasa oposición. Dovizioso no pudo vencer al campeón ni siquiera cuando tuvo un máquina tan competitiva como la Honda -durante buena parte de 2018- y ahora sabe que ya no cuenta con aquella ventaja técnica.

Terminó a más de 14 segundos del español -segundo- en Holanda y llegó a más de 16 en Alemania. Su compañero Danilo Petrucci, ahora con la certeza de que seguirá en Ducati también en 2020, está siempre dispuesto a colaborar pero también anda detrás del número 93.

Las dos caídas consecutivas de Álex Rins, mientras marchaba en punta en Assen y cuando era el más cercano a Márquez en Sachsenring, impidieron que el español de Suzuki tuviera acaso una treintena de puntos extra en el acumulado que hoy lo colocarían segundo en el Mundial.

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El resurgir de Yamaha, de momento únicamente con Viñales, ganador en la Catedral y segundo en el estado de Sajonia, aún no representa amenaza en la lucha por el título. Mack logró en las últimas dos carreras más puntos que en las siete anteriores, lo que da pistas de su irregularidad anotadora morigerada por los topetazos que lo sacaron de carrera tres veces este año: Franco Morbidelli lo tiró en la Argentina, Francesco Bagnaia lo volteó en Francia y Lorenzo lo derribó en la carambola de Cataluña. Sólo en Montmeló asomaba como postulante al podio.

Si Márquez no pierde la receta a esta altura de la temporada, y hasta ahora nunca le ha pasado, lo mejor que puede hacer el resto es usar la mitad de calendario que falta para mejorar su equipamiento técnico con la mira puesta en 2020 y ganar la experiencia que a algunos, como a Rins, les falta para ser tan constantes como el desafío lo requiere. A Márquez no le gana sólo una mejor moto que la suya: ya se las ha compuesto para pelear aún en inferioridad técnica. Tampoco es posible doblegarlo sólo con inspiración o garra porque le sobran una y otra. Hace falta un método. Y el suyo parece infalible.

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