El renacer de Alex Márquez: "El equipo ha hecho que vuelva a creer en mi"

Tras conseguir el título de campeón del mundo de Moto3 en 2014, Alex Márquez (Marc VDS Estrella Galicia) dio el salto y pasó por dos difíciles temporadas en la categoría intermedia, en las que no logró ganar ni una sola carrera.

En 2017, el menor de los Márquez vivió, hasta ahora, su mejor curso en Moto2, logrando tres victorias y luchando por el campeonato hasta la cita de Silverstone, en la que quedó descolgado de la batalla entre Thomas Luthi y Franco Morbidelli, quien a la postre sería el campeón.

Al final de ese año, tanto el suizo como el italiano dieron el salto a MotoGP (Marc VDS Honda), cerrándose la puerta, para Alex, de la categoría reina, una situación que tuvo que digerir.

En 2018, el curso del piloto de Cervera dio un frenazo tanto en prestaciones como resultados, no logrando ni una sola victoria y sembrando ciertas dudas sobre su futuro.

La crisis de Alex y su equipo fue profunda y propició que para este 2019 el box del catalán presentara novedades estructurales, tanto a nivel de dirección, con la llegada de Joan Olivé desde KTM, como técnicas, con cambios y alguna cara nueva.

Alex Márquez junto a su equipo celebrando la victoria de Mugello

Photo by: Gold and Goose / LAT Images

Naoya Kaneko, hasta el pasado año jefe de mecánicos de Alex, pasó a ser director técnico de toda la estructura y para los dos lados del box (también Xavi Vierge), mientras que ha llegado en su lugar un nuevo miembro, David Garcia, como jefe de equipo de Márquez.

Con el cambio de Honda a Triumph y la mayor carga de electrónica en la categoría, se ha creado también un nuevo puesto de EFI Mapping que ocupa, para ambos pilotos, Stefano Guidi, compartiendo también con Vierge a Nacho Lorenzana, responsable de neumáticos y gasolina.

El resto del equipo de Alex se mantiene intacto, con Albert Talamino (ingeniero de datos) y los mecánicos Guille Carrillo y Stefan Haseneder.

Otra novedad es que, desde este año, Alex viaja acompañado por Rubén Castells, ex miembro del equipo HRC, con el que comparte muchas horas, aficiones y gustos, convirtiéndose en su asistente, un papel que hasta el año pasado había ocupado su padre, Julià Márquez, que sigue presente en los grandes premios y que mantiene una relación extraordinariamente buena con sus dos hijos.

Tras la caída de Jerez, la reacción de todo el equipo fue formidable

Photo by: Gold and Goose / LAT Images

Una de las imágenes más impactantes de la temporada hasta ahora la protagonizaron, precisamente, Alex y su equipo. Tras iniciarse la carrera de Moto2 en Jerez se produjo una caída en grupo y el de Cervera fue de los más perjudicados, quedando su moto bastante destrozada.

El equipo aprovechó que se paró la carrera para trabajar contra reloj en reparar la moto, minutos de estrés y angustia resueltos formidablemente, ya que Alex pudo regresar a tiempo de tomar parte en la reanudación.

Cierto es que terminó 24º, pero sin duda fue un punto de inflexión y comunión entre el piloto y su entorno de trabajo que les unió aún más. Desde ese día, suman dos victorias consecutivas.

En las seis primeras carreras del año, Alex acumula dos triunfos, situándose a solo uno de su mejor marca histórica en un año, que es de tres (2014 y 2017).

Además, desde 2014, cuando fue campeón de Moto3, no ganaba dos carreras seguidas. Entonces lo hizo en Barcelona y Assen, precisamente las dos próximas citas del calendario, pistas en las que siempre ha ido bien y a las que ahora llegará en racha y como segundo de la general, a sólo 2 puntos del líder Lorenzo Baldassarri (88), que suma una victoria más en 2019 (3).

“Creer en mi mismo”

Alex acabó muy contento tras la victoria del domingo en Mugello, por el triunfo y por como lo había gestionado.

“Era una de esas carreras que había que ser inteligente. Quería guardar neumático y en Mugello si vas detrás puedes aprovecharte muy bien y ganar algunas décimas en la recta sin abrir tanto gas y dañar las gomas”, explicó a los micrófonos de DAZN.

Alex Márquez, manteado por su equipo en Mugello

Photo by: Gold and Goose / LAT Images

“Es lo que quería, controlar la carrera. Sinceramente no pensaba que pudiese ganar con tanta distancia, éramos cuatro o cinco pilotos muy igualados que podíamos optar a la victoria”.

Desde su última victoria en Japón 2017 y las dos últimas, en Le Mans y Mugello, Alex había estado 25 grandes premiso sin ganar.

“Tocaba, tocaba hacer una carrera así, de esperar, controlar y marcar el ritmo”.

“Tenía ganas de hacer una carrera como la del domingo, de esperar y al final atacar. He tenido que tirar un poco antes de lo que a priori me parecía por ritmos, pero al final todo salió a la perfección y en gran parte es gracias al equipo”.

Un equipo renovado y que, según el propio piloto, le ha ayudado a volver a creer en sí mismo.

“Tiene mucho que ver, me han hecho cambiar la mentalidad, me han hecho creer en mi mismo, que eso era muy importante. Y, sobre todo, gestionamos mejor los entrenamientos libres, que es donde trabajamos más. En Mugello, en el FP2, cometimos un error todo el equipo, en conjunto, pero supimos darle la vuelta y en la qualy estuvimos muy bien, y eso me hace creer en mi mismo”, zanjó el de Cervera.

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