Análisis

Catedral eléctrica

La Fórmula E llega a una de las ciudades donde los coches eléctricos han tenido una gran aceptación además de un circuito histórico como lo es Long Beach.

Oriol Servia, Dragon Racing Formula E Team Nelson Piquet Jr., Chena Racing Formula E Team Sam Bird,

Oriol Servia, Dragon Racing Formula E Team Nelson Piquet Jr., Chena Racing Formula E Team Sam Bird,

Fabian Lujan/ASN Media

Detalle, Formula E
Sebastien Buemi, e.dams-Renault Formula E Team
Sam Bird, Virgin Racing Formula E Team Ho-Pen Tung, Chena Racing Formula E Team
Sam Bird, Virgin Racing Formula E Team
Nelson Piquet Jr., Chena Racing Formula E Team Sam Bird, Virgin Racing Formula E Team Ho-Pen Tung, Chena Racing Formula E Team
Michela Cerruti, Trulli Formula E Team
Edecán y el auto ABT Formula E

Por Luis Manuel López

La Fórmula E llega a lo que podría convertirse en su nuevo templo sagrado. En muy pocos lugares del mundo como el estado de California, se ha abrazado con entusiasmo desbordado la entrada de coches híbridos y eléctricos a la vida normal.

No sería de extrañar que, para estos días, el público más enterado de los nuevos sistemas de propulsión y recarga de baterías inalámbrica, por ejemplo, estuvieran acercándose a Long Beach para crear un nuevo sitio de culto… el nuevo automovilismo.

Y este concepto de actualidad, se reunirá a la muy rica historia ‘Racing’ que uno puede encontrar en las calles de Long Beach, la cual apela no sólo al automovilismo norteamericano con sus grandes héroes como Al Unser Jr, los Andretti o Paul Tracy, quienes escribieron grandes historias ahí en Ocean Boulevard.

Sino también en el paso de la máxima categoría por ese legendario circuito, donde gente como Clay Regazzoni dejó mucha huella ganando el primer Gran Premio y protagonizando un escalofriante accidente en 1980, o el triunfo de Carlos Reuteman, en fin…

Por experiencia, ya que al menos asistí a Long Beach unas catorce veces entre los años ‘noventas-y-dosmiles’, te puedo contar lector que es una de las mejores carreras del mundo, y no por las características del circuito, o la intensidad de la competencia. Más alla de eso, Long Beach disfruta de la mejor gente en la tribuna.

Mayoría absoluta de grandes aficionados de origen latinoamericano, que conviven con los más conocedores de Norteamérica, anglosajones de todas partes Canadá incluída, y que llegan a una cita anhelada en el calendario.

Long Beach tiene todo para convertirse en la gran catedral del automovilismo eléctrico, el nuevo sendero de nuestro futuro, pero lo que aun falta, me parece, son los sumos sacerdotes de este culto. ¿Ganar en Long Beach podrá construirnos un nuevo ídolo? … Ya lo veremos.

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