Toto, descontrol y percepción
En su columna OnTrack, Luis Manuel "Chacho" López nos habla sobre lo irreal que fue el Gran Premio de Italia para el equipo Mercedes.
Foto de: XPB Images
La cara descompuesta de Wolff al recibir el aviso de que Mercedes tendría que comparecer para responder por las presiones de sus neumáticos, fue el primer golpe a la credibilidad del equipo alemán.
Difícilmente un líder de su calibre podría mostrarse así de descontrolado, sin perder algo de su fortaleza. Pero, lo peor vino después…
Las instrucciones a Lewis Hamilton parecían decir muy poco, pero terminaron desatando un tornado de sospechas.
Desde el pit Wall, vino otro golpe:
“Tenemos que aumentar la diferencia, no hagas preguntas, simplemente ejecútalo”.
Enseguida otra comunicación, también misteriosa y fulminante:
“Necesitamos buenos tiempos de vuelta, vamos a explicarte al final”.
Hasta ese momento pocos sabían cuál era el fondo de la situación, entre esos pocos Toto Wolff, quien debió autorizar este lenguaje de comunicación al piloto, con el que cualquiera podría leer entre líneas: Nos han descubierto.
Pero la realidad es que, en ese mismo instante, nadie sabía lo que se podría descubrir, y el tema escaló desde ahí hasta convertirse en otro innecesario escándalo de credibilidad en varios frentes.
Es casi imposible pensar que con la variación de presión, Rosberg y Hamilton hubieran gozado de mayor ventaja sobre sus rivales, desde mi punto de vista, Mercedes hubiera podido alegar inocencia si hubieran mantenido la radio en silencio hasta el final.
Pero los nervios de Toto acabaron por causarle a él y al equipo un impacto negativo contra su credibilidad, que fue más duro y contundente que una descalificación o pérdida de posición para Hamilton.
Por el lado de la FIA, ¿Qué más se puede decir? El comisariado de la pista notifica al Director del equipo que deberá aclarar ante el Delegado Técnico la presión mínima de neumáticos en sus autos.
Después de dos horas y media de deliberaciones la gente de Mercedes derrumbó, gracias a que el proceso de verificación de FIA no es claro y contundente, el argumento que venía también con un fuerte aroma de ilegalidad. En tres palabras: no pasó nada.
Mercedes y la FIA no aprenden la lección de que en todos estos temas la realidad podrá estar ahí, pero lo que pesa es la percepción. Al aficionado le ha quedado la idea de la trampa y eso es peligroso. Otro revés al deporte.
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