Conciertos, espectáculos y hasta robots... la F1 estrenó nueva cara y gustó

Fans de Max Verstappen, Red Bull

Foto: Andrew Hone / LAT Images

La Fórmula 1 a menudo ha sido vista, durante la anterior era, como una competición metida en una burbuja sin apenas contacto con el exterior y donde pocos podían acceder.

Uno de los numerosos objetivos de Liberty Media, actuales dueños de la categoría, es hacer que los aficionados, parte fundamental del deporte, se sintieran más protagonistas del espectáculo y más unidos a la Fórmula 1. No solo buscan mejorar su experiencia a la hora de ver las carreras, sino también que se sientan parte de un gran premio y artistas de lo que siempre se ha llamado 'Gran Circo'.

Durante el pasado fin de semana, en el Circuit de Barcelona-Catalunya, se implantaron nuevas medidas que buscaban que fuera una experiencia inolvidable. Y nos consta que, para la mayoría, el Gran Premio de España no fueron solo tres días de automovilismo.

El circo tuvo malabaristas, equilibristas, cheerleaders, artistas, percusionistas, cantantes, DJs y tuvo todo tipo de entretenimiento. Hubo conciertos, espectáculos, juegos. La zona tras la tribuna principal fue el lugar donde se concentraron casi todas las actividades. Los aficionados pudieron "volar" en una tirolina de 200 metros de longitud por encima de una multitud que se perdía entre las tiendas, que podía ver cuadros de Alonso y de Sainz hechos con cubos de rubik, que cantaba, disfrutaba, ponía a prueba sus reflejos con el mismo método con el que entrenan los pilotos y mostraban sus dotes al volante en simuladores. Hubo simulaciones de pitstop y coches clásicos con los que poder fotografiarse.

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Y hubo un robot, 'Titan', que fue la estrella, que no dejó indiferente a nadie y cuya presencia causó revuelo y admiración. Desconocemos el funcionamiento, pero interactuaba en directo con los allí presentes "vacilando", cantando, invitando a bailar, atemorizando, hablando y hasta "escupiendo". A continuación pueden ver un vídeo y sí, eso que escuchan al principio es al robot sacándole brillo a la frente de un señor con poco pelo.

Más allá de ese área, un grupo de aficionados (quienes estuvieron dispuestos a pagar la cantidad que valía) pudo recorrer el circuito en el camión en el que los pilotos hacen el 'Drivers Parade'. Y, además, otros pudieron disfrutar de la experiencia de montar en un biplaza y dar una vuelta al circuito, aunque conviene que la Fórmula 1 implique más en esa experiencia a los aficionados y menos a los periodistas.

Además, a partir de ahora el paddock de las categorías de apoyo (GP2 y GP3) estará abierto al público. Y, por si fuera poco, vimos la conmovedora historia del niño que pudo conocer a sus ídolos tras hundirse con el abandono de Raikkonen.

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Lo más importante, por lo que se paga una entrada o se sienta uno ante la televisión, es lo que ocurre en la pista. Liberty sabe que jamás debe descuidar eso, pero mientras llega un reglamento que permita que los coches sean tan espectaculares como ahora sin que eso dañe a la emoción de la competición, hace bien en mimar a quienes sustentan el negocio.

La Fórmula 1 es para los aficionados.