Max puede ser Ayrton, dice Adrián Puente

Comparar a un piloto con Ayrton Senna parece una herejía, una broma de mal gusto, una exageración, una falta de respeto, un pasaporte al “olimpo” de los dioses injusto para todo aquél que se precie piloto de F1 desde 1994 hasta aquí, incluido cualquier campeón… hasta Michael Schumacher.

El brasileño encarna el cielo, el techo del mundo, la instancia máxima. El hombre que alguna vez fue capaz de todo. El dueño de la gloria, el piloto capaz de dominar bestias sagradas como un V6 Turbo ó un V10, con su sola mano derecha, en épocas donde la convivencia con el riesgo, era simple y llanamente, el coqueteo con la muerte…

Ante semejante valoración masiva, es de suponer que después de Senna todo fue una flaca evolución, sustentada por la tecnología y los autos a control. El paulista ganó títulos y carreras; pero incomparables maniobras en la pista, son las que ingresaron como una intravenosa en el paladar de los fanáticos. Lo mismo que hoy, está representando Max Verstappen.

Corrió apenas 42 carreras, con una victoria y una vuelta rápida, pero el holandés, sedujo a los fanáticos como el sudamericano lo hacia con Toleman y Lotus, a mediados de los ochenta. Max en su segundo año de F1 contribuyó para las cinco mejores maniobras de la temporada pasada, algunas antológicas; y en otros casos fue protagonista de carreras incomparables, como Brasil. Cualquier similitud con la explosiva Monaco 84, no es mera coincidencia.

Verstappen nos levanta de la butaca, nos obliga a buscarlo más allá de su posición de partida, nos permite pensar en lo imposible en épocas donde la estrategia computada parece un mandato. Max alimenta la ansiedad de quienes suponemos que con otro auto, podría ser indestructible. Hoy el Red Bull con este Tag Heuer alternativo, es como aquel McLaren con el Cosworth igualmente alternativo de Senna en el 93.

Todavía en términos absolutos, parecen incomparables. Pero con números relativos, el piloto del equipo austriaco, reencarna el espíritu que la categoría perdió en la curva de Tamburello hace 23 años. Verstappen empezó el año para sacar un boleto al play off del equipo de las leyendas.