'Las jubilaciones anticipadas', la columna de Albert Fábrega
Nuestro especialista nos invita a reflexionar en su blog sobre el valor de la experiencia de los pilotos en una Fórmula 1 donde cada día aterrizan deportistas más jóvenes.
Foto de: McLaren
Este pasado sábado, durante el Meet the team, esa distendida charla entre pilotos y periodistas en McLaren, salió a escena el delicado tema de los pilotos jóvenes. Obviamente no era el mejor de los escenarios, pues los dos protagonistas, Button y Alonso, han cruzado ya el ecuador de su carrera, al menos en Fórmula 1. Entre ambos ya acumulan más de 30 años en el gran circo. Fíjense que he sido muy prudente en mi apreciación porqué, que yo sepa, la FIA no ha puesto fecha de caducidad a las trayectorias de los pilotos, aún.
Un piloto no tiene porqué dejar de ser competitivo con la edad, pero es inevitable asociar el paso de los años y de las carreras a la pérdida del hambre, ilusión y ganas con la que aterrizan los cachorros en la F1. Pero los equipos no solo se rigen por criterios exclusivamente ceñidos a los 90 minutos que dura cada carrera a la hora de decidir cuál es la mejor dupla para afrontar una temporada. Más allá hay más, mucho más.
No está al abasto de todos encontrar punto de equilibrio que les permita ser un buen team player y, al mismo tiempo, un piloto exigente hasta la extenuación
Cada uno de los rugidos del motor lleva consigo miles de horas de sueño robadas al equipo de los circuitos, pero también a los centenares de técnicos de las fábricas, que exprimen sus cerebros para mejorar las prestaciones de los coches y del éxito global del proyecto. Reuniones, apuntes, cálculos, presupuestos, simulaciones, fabricación, pruebas, días, noches, sábados y domingos en los que se decide el devenir del equipo y en los que también, aunque no en todo, están presentes los pilotos. Su opinión vale mucho y, por lo tanto, la manera en la que influyen en el rumbo del equipo es casi tan decisiva como la que puedan ejecutar con las manos en el volante y con el semáforo en verde.
Igual de importante es el ambiente que consigue crear el piloto con su equipo de trabajo más cercano
Pero no solamente suman o restan sus aportes técnicos como pilotos. Igual de importante es el ambiente que consigue crear el piloto con su equipo de trabajo más cercano. Y en esto, es donde los grandes pilotos tienen una vara de medir que les permite mantenerse lo suficientemente cercanos para dejarse querer, pero lo suficientemente lejanos para hacerse respetar. No es fácil, y muchos pilotos no valoran realmente el peso específico que esto aporta al resultado final de una temporada. No está al abasto de todos encontrar punto de equilibrio que les permita ser un buen team player y, al mismo tiempo, un piloto exigente hasta la extenuación.
¿Y con el compañero de equipo? La manera de gestionar esa rivalidad influye decisivamente en las maniobras que vemos y escuchamos en la pista, pero también en el ambiente de trabajo. Los pilotos sacan aquí su peor (o mejor) egoísmo y pueden llegar a crear un ambiente tan tenso que llegue a extrapolarse a los dos equipos de trabajo del box. A menudo, los directores de equipo esconden su látigo e intentan arropar a un campeón con un equipo a medida, incluyendo al segundo piloto si es necesario.
Pese a estar mejor preparados que nunca, no todos los jóvenes pilotos son capaces de gestionar adecuadamente todos estos factores, y los equipos lo saben
Pero a parte de estos criterios más técnicos y deportivos, la F1 no puede entenderse sin su lado comercial. Hay indicadores relativos al marketing que pesan mucho en la decisión. Los equipos necesitan ofrecer a sus patrocinadores un buen retorno a sus inversiones. Y en eso, los pilotos consolidados atesoran un preciado reconocimiento y devoción que les hace muy atractivos desde el punto de vista comercial. No nos engañemos, la F1 es un negocio (yo digo que disfrazado de deporte) y por tanto Massa vende más que Lynn, Button que Vandoorne o Raikkonen que Ocon. En un entorno económico tan delicado como el que estamos viviendo, este aspecto cobra más importancia que nunca y también decide. Las necesidades obligan a acortar los plazos y a alejar inciertas inversiones de futuro.
Pese a estar mejor preparados que nunca, no todos los jóvenes pilotos son capaces de gestionar adecuadamente todos estos factores, y los equipos lo saben. La F1 es mucho más complicada cuando se mira desde dentro. En la F1 afloran retos y desafíos a cada paso. Y para todo no hay simuladores. Los entrenadores, psicólogos deportivos y familiares pueden ayudar creando un entorno favorable que le permita crecer consciente de sus retos, pero al final es el piloto quien marca su camino y toma sus decisiones. Solo. Amo y señor de sus pasos. Y para hacerlo tan bien dentro como fuera de la pista hay que ser un fenómeno, un auténtico crack. ¿Jubilamos veteranos? Sí, claro que sí, pero ojo, que no todos son Sainzs, Verstappens o Vandoornes.
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