'Hamilton volvió a ganar sin correr'
Lewis Hamilton fue el único que levantó la voz contra la Fórmula 1 en medio de la incertidumbre del GP de Australia y eso le hizo ganar sin correr en Melbourne, escribe Adrián Puente.
Foto de: Mark Sutton / Motorsport Images
El Coronavirus ya se devoraba de a una todas las citas deportivas del mundo. Hamilton habló en el momento donde todos argumentaban responder a decisiones corporativas. El campéon, como siempre, volvió a llegar primero. Hizo gala de su alma independiente, de su magnetismo, del poder y la autonomía que además le confieren seis títulos.
Lewis Hamilton es la única estrella global de la F1. Ningún otro alcanza su estatus deportivo ni social. El británico reencarna aquél espíritu capaz de sortear sin despeinarse algunos destellos del jet set y encendidos alegatos ambientalistas. Puede saltar desde una producción en Montecarlo hacia una receta vegana, sin pudores.
Hamilton encendió la alarma. Entendió el contexto. Priorizó las necesidades humanas más elementales, mientras sus colegas guardaron silencios cómplices ó declaraciones de ocasión. Australia comenzaba a ser rehén de la maldita pandemia, cada vez con mayor virulencia y las autoridades de Melbourne como el alcalde Robert Doyle, practicaban sonrisas cínicas para justificar la realización de la carrera.
Fue allí cuando el piloto de Mercedes en conferencia de prensa dijo: "Estoy muy sorprendido de que estemos aquí". Marcó el terreno, puso la vara en el lugar adecuado, encendió el alerta, prendió las conciencias, marcó los límites. Lo que vino después, fue el remiendo más absurdo de la historia de la F1.
Un fin de semana de carrera con gran convocatoria, atrae en promedio, unos 300 mil espectadores. La categoría en sí, unas 20 mil personas. La OMS declaró Europa el centro de la pandemia, desplazando a China del epicentro de la escena. Y fue dentro de ese mismo contexto que todos los responsables de la competencia especularon hasta con la identidad de todos aquellos que habían tenido proximidad con el mecánico de McLaren, aislado por un diagnóstico positivo. Un absurdo.
El gran circo de la F1 no se tendría que haber movido un metro. Las autoridades sanitarias australianas no podían avalar semejante migración para una carrera, contra todas las recomendaciones mundiales. Pero ni las grandes multinacionales que hacen el show, ni los pilotos, ni los voceros se cuestionaron semejante irresponsabilidad. Todos fueron mansamente. Sólo uno levantó la voz. Hay deportistas que sólo ganan, y otros que además marcan la historia, señalan el camino y se comprometen socialmente.
Se puede ser Spassky, dócil ajedrecista de la URSS o Bobby Fischer, rebelde antisistema. George Foreman, campeón pesado ó Muhammad Ali, un tótem antibelicista. Chris Evert, tenista con 18 titulos de Grand Slam, o Martina Navratilova, incansable luchadora por la igualdad de género. Luz Long, atleta fetiche de Hitler, o Jessie Owens, el hombre que desafío al nazismo en el corazón de Berlín. Sebastian Vettel, simpático y hermético producto estándar de la F1, o Lewis Hamilton, el único que anticipó el desastre.
Ante el retraso en el inicio de la temporada 2020, repasa todas las victorias de Hamilton en la F1:
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