'Gasly, mi foto del año', por Adrián Puente

Gustos son gustos, y las coincidencias muchas veces escasean en la diversidad. Elegir el momento del año 2019, es una empresa que depende del cristal con el que se lo mire. Más aún en un campeonato donde técnicamente, Lewis Hamilton nunca puso el título en riesgo.

Podríamos darle entidad a la primera vez que Verstappen pudo darle una bofetada a la arrogancia de Mercedes. El Gran Premio de Austria resucitó el campeonato. Nos cambió la percepción de una temporada aburrida y dejó expuesto el futuro. Verstappen y Leclerc se sacaron chispas con una maniobra que despertó algunas polémicas.

Max Verstappen, Red Bull Racing RB15, hace contacto con Charles Leclerc, Ferrari SF90

Por primera vez, la dupla Hamilton-Bottas quedaba relegada por el padecimiento de los neumáticos duros. El Red Bull Ring los consumió cuál rallador, y el resto corrió por cuenta del vértigo del holandés que volvía a ganar después de 8 meses sin lograrlo.

Hamilton se aseguró la corona en México en 2018, luego de otra carrera controvertida, especialmente en el arranque. El propio Hamilton junto a Max, volvieron a recrear sus acostumbrados vicios en la curva 1 del Hermanos Rodriguez. Ambos fueron al pasto, incluso el británico mucho antes, cuando en la largada dejó el neumático delantero derecho en el césped hasta tanto pudo corregir la traza detrás de Vettel.

Pero en esta sucesión de “flashbacks” de temporada, uno según mi criterio, resumen casi todo lo queremos de la F1. Interlagos fue poseído por el espíritu cambiante de los dorados 70. Tuvo aquello que demandamos, por afuera de un campeonato definido.

Claramente no es casualidad que en los momentos de mayor espectacularidad se encuentre Verstappen. Su característica a todo ó nada, contribuye a levantarse de las tribunas. Brasil no sólo tuvo el condimento de una carrera impredecible hasta el final, también combinó el máximo ridículo de las Ferraris tocándose entre sí, y ante todo, la épica de Gasly con el segundo puesto.

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El modesto francés de Toro Rosso. Un antihéroe, un marginado por la vara de Helmut Marko, un “David” peleando contra “Goliat” en los últimos 200 mts en un final cuerpo a cuerpo. Una carrera de leyenda para Toro Rosso, que sólo guardaba en sus vitrinas, la gloria de la victoria de Vettel en Monza en 2008.

Ahora Gasly ocupa un sitio grande entre los más pobres. Pese a Mercedes, Ferrari y Red Bull, los magnates de la categoría, fue Gasly cual Robin Hood, quien logró que todos juntos sin distinción, presionáramos tanto el puño como el acelerador hasta la bandera a cuadros.