Artículo especial

¡Gracias Charlie!

Para el seguidor de la Fórmula 1 Charlie Whiting representaba de alguna forma la ley, pero en realidad, fue mucho más que eso. La persona detrás del cargo de director de carrera, probablemente está lejos de lo que muchos se imaginan, como nos lo cuenta Diego Mejía.

Charlie Whiting junto a Diego Mejía, Editor en Jefe de Motorsport.com Latinoamérica

Foto de: Jose Maria Rubio

Hablar de Charlie Whiting, durante unos años, era para mí hablar de la ley de la Fórmula 1. El tipo que sabía todas las normas, cuál aplicar y controlaba todos los frentes reglamentarios y logísticos de la F1 moderna. Alguien que concentraba mucho conocimiento, poder. Una figura clave, que infundía máximo respeto.

¿Consultarle? ¿A un tipo tan ocupado? ¿Con tantas responsabilidades y control? Olvídalo, si no era importante para él, ni loco.

Eso pensaba yo, hasta el 13 de Junio de 2004. Ese día se corrió el Gran Premio de Canadá, en el cual, fueron descalificados los dos BMW Williams de Ralf Schumacher y Juan Pablo Montoya, además de los Toyota de Cristiano Da Matta y Olivier Panis, todos por irregularidades en el sistema de frenos.

Durante largo rato estuve con algunos colegas, en su mayoría británicos, esperando en la torre de control para conocer el desenlace de la revisión técnica, una vez conocida la irregularidad. Ellos esperaban hablar con Charlie y yo esperaba poder entender más en detalle qué pasaba.

Cuando ya caía la tarde en la Île Notre-Dame, Whiting bajó por la escalera, donde le esperábamos. Allí se detuvo y empezó a responder preguntas. Sin la delegada de prensa de FIA de por medio, sin protocolos.

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Me sorprendió lo abierto que fue, le pregunté también, más en detalle, para entender porqué los ductos de frenos delanteros de los Williams no estaban en conformidad. Se tomó el tiempo, hizo un dibujo, mirándome a los ojos como buscando saber si le entendía.

Cuando regresé a cubrir la Fórmula 1 de tiempo completo años después, en varias ocasiones le hice consultas puntuales y siempre las respondió. Muchas veces con menos apuro del que me esperaría.

En el Gran Premio de Austria de 2017, en el que Valtteri Bottas pareció anticiparse a la salida, subí hasta su oficina, toqué a la puerta, me invitó a seguir aunque parecía ocupado, le pregunté, me explicó ampliamente, respondiendo a cada interrogante.

El año pasado, de nuevo en Canadá, tras varias situaciones que no me quedaban del todo claras sobre el procedimiento del Safety Car Virtual, lo consulté. Me explicó exactamente como los equipos y pilotos llevaban al límite la norma y cuáles eran los trucos que usaban.

Llegué a pensar que yo le caía bien a Charlie Whiting y por ello era tan atento conmigo. Tal vez era así, pero no lo sabré ya. Sin embargo después de leer lo que se ha escrito de él en las últimas horas, después de oír a otros hablar de él, entiendo que ese era Charlie Whiting. Conmigo y con todos.

Su posición en la Fórmula 1 era tal vez una de las más desagradecidas, como la del árbitro en el fútbol, aunque él no lo fuera exactamente. Pero la forma en la que la asumía, la hacía ver como el mejor trabajo del mundo.

Durante años antes de la era Liberty se especuló qué pasaría si muriera Bernie Ecclestone. Reemplazarlo necesitaría de varias personas. Pero tal vez muchos menos se plantearon qué pasaría si se iba Charlie.

Pues ese día ha llegado. De repente. Solo podemos estar agradecidos con él pues su legado, y no solo en seguridad, es invaluable para la Fórmula 1 y el deporte a motor. ¡Gracias Charlie!

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