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¡A Mil Por Hora! Comparaciones insensatas

De Fangio a Hamilton. De Pedro Rodríguez a Sergio Pérez. De Le Mans a la F1. Aquí está el análisis de Ángelo della Corsa tras lo vivido en el GP de Europa.

Sebastian Vettel, Ferrari, segundo; Nico Rosberg, Mercedes AMG F1, ganador; Sergio Pérez, Sahara For

XPB Images

No todo tiempo pasado fue mejor. Ni todo futuro tiene que ser, en automático, espléndido. Una mente española muy lúcida que trabajó en el siglo XX dijo que “es el hombre y su circunstancia”.  Era en la cabeza que perteneció al sabio don José Ortega y Gasset quien de hecho, había nacido en la centuria previa (en 1883 para ser exactos). Y razón, no le faltaba. Porque todo se va acomodando según la oportunidad. Al son que le toquen, es que la gente va bailando.

Una cosa era el padre Adán estando en el paraíso y otra muy diversa teniendo que comer desamparado gracias al sudor de su frente. El hecho de paladear manzanas a destiempo acarrea sus propias consecuencias. Todo está cifrado, en llegar cuando se debe al punto donde la fortuna lo ha citado. La forma y el fondo, cuando se dan la mano.

Basta con un ejemplo peregrino: fuera del equipo de futbol Barcelona, digamos en el Celaya de México: Lionel Messi no sería el mismo. Pues igual, le pasaría a Juan Manuel Fangio si ahora se presentara en La Carpa sin traer con él un buen costal lleno de varios millones de euros. Por eso, cuando se quieren equiparar las aptitudes de dos multi-campeones del automovilismo deportivo de alta gama, se está cometiendo un atropello, de entrada. Es muy posible, por no decir que probable, que Lewis Hamilton, no hubiera cuajado en los torneos de Fórmula 1 en la década de los años de 1950.

Muy bien. Si existe la ciencia comparada, o el arte comparado ¿por qué no se podrían trazar paralelos en un deporte que está asentado en los números exactos? y del que además, hay una gran cantidad de información. De manera de poder dar inicio al tema en sí, marcando las condicionales dadas por las circunstancias de cada quien: Fangio debutó en la F1 cuando contaba 39 años; Lewis, a los 22 de edad. El británico, solo ha estado en dos equipos: McLaren y Mercedes. El argentino trabajó para: Kurtis Kraft, Maserati, Alfa Romeo, Ferrari y Mercedes.

Quede claro que –racialmente hablando– ambos provienen de una genética de padres que no eran WASP (blancos, anglosajones y protestantes). Hamilton fue sido desde niño arropado por profesionales y técnicos súper especializados en el deporte con motores. El de Barcalce, bajo el mando riguroso y sin discusión posible de aquel a quien se encontrara en frente, como fue el caso de un comendador de la velocidad: Enzo Ferrari; pero el argentino, llegando de un país distante y educado para la disciplina con las técnicas más elementales; y el inglés desde niño, viviendo en La Isla frente a Europa y metido en el automovilismo deportivo desde que era un párvulo. Uno, fue cinco veces campeón y el otro, apenas lleva tres coronas. A aquel le gustaba el tango y la milonga, a éste el hip hop y el rock pesado. Los dos han probado la soltería con todas sus consecuencias: Juan Manuel en el sosiego como alondra, Lewis en el barullo como gavilán.

Poner a cualquiera de ellos en la piel del otro, es de una injusticia bárbara. Los tiempos de la mitad del siglo XX eran muy largos, lentos y ni había necesidad de preguntarse sobre ellos; los de hoy, son incomprensibles, con cambios vertiginosos, que invitan a la duda para cuestionarse cada semana, si habrá futuro.

Para Fangio todos los coches que manejó eran prácticamente iguales; para Hamilton cuando debutó en el año 2007, su auto era totalmente otro, en comparación con el que conduce hoy. El McLaren de entonces, a pesar de estar equipado con maquinaria de Mercedes Benz, era un V-8 de aspiración atmosférica, con cinco o seis mandos electrónicos en el volante. Ahora, el piloto puede ordenar hasta 80 variables desde su timón, en un coche con motor de combustión interna también, pero turbo-alimentado y con baterías que guardan la energía que sobra del turbo y de las frenadas, para luego mandar esa fuerza a que incremente la performance del misil.   

Es imposible pensar a un piloto de aquella época pasada, viviendo las extravagancias que se aplican hoy a un deportista de alto rendimiento: desde su alimentación, hasta la relación obligatoria y dilatada con la gente que le ordena su contrato comercial. Pilotando su propio avión a chorro, manejando en los ratos libres una motocicleta de locura, cuidando de un perro casi igual que con las atenciones que se le brindan a un niño de clase media de América Latina; o pegado a un móvil con el que se vaga por el mundo y por el transcurrir de los minutos en la nada virtual y, en el todo. Enfrente de los días caballerosos aquellos, cuando el telégrafo era el único medio de comunicación a distancia. Ah, y también un teléfono de casi un kilo de peso bruto, que pedía para repiquetear a otro, darle vueltas a una manivela. Más que recordar un PassWord, eran los tiempos en que había que descifrar la clave Morse.

Lewis no aguantaría dos semanas con el régimen de vida de hace 60 años. Juan Manuel, se volvería loco si tuviera que viajar de Australia a China y de ahí, al Medio Oriente. Uno no dejaría por nada del mundo los bifes obtenidos en sus deliciosos asados con leña y carbón; el otro, quedaría indigestado por semanas con esa dieta gaucha carnívora sin medida, luego de ocho días.

Uno, ganando en un año el dinero que el otro iría a cobrar en toda la vida. El más viejo viajando sobre el mar Atlántico un día completo para ir de América a Europa; el joven haciéndolo, en siete horas. El primero un emigrante que llegó de la Argentina; el segundo, de una isla del Caribe.

¿Quién es mejor? ¿Por cuál decantarse? Lo recomendable es realizarlo según las características que imperaban en los tiempos de cada uno, y en su propia coyuntura. Vale por lo mismo, de cualquier modo, echar una mirada a las cifras de su legado (por supuesto, detenido en 1958 el del sudamericano, y lo arrimado hasta hoy en el caso del inglés, esperando por la continuación de su saga).

 

FANGIO HAMILTON
51 Grandes Premios175 Grandes Premios

En nueve temporadasEn diez temporadas  

24 victorias (47.06%)45 victorias (25.71%)

29 PolePositions (56.86%)53 PolePositions (30.29%)

23 vueltas más rápidas (45.10%) 29 vueltas más rápidas (16.57%)

35 podios (68.63%)92 podios (52.57%)

Calidad o cantidad. Todo habla, de que en los tiempos idos no era tan fácil ser piloto de Fórmula 1 con sus palancas de velocidades de cuatro marchas y un embrague como el de los tractores para menesteres agrícolas. Hoy, se ejecutan los cambios con una leva que apenas la toca el guante del piloto, ya sabe ella lo que tiene que hacer enseguida, y puede danzar feliz –para arriba y para abajo– entre 8 engranes; con doble Clutch y sin pedal.

Para llegar a las competiciones en 1950 sólo había que pasar lista, diciendo, presente. Para subirse en estos tiempos a un bólido en prueba oficial, hay que derrotar a miles de variables, desde antes.  

Si llegara una persona idéntica a Juan Manuel Fangio a pedir una oportunidad para conducir el Mercedes AMG de estos días; no sólo produciría risa, sino que lo mandarían directo a un manicomio. Si Lewis Hamilton se hubiera acercado a la F1 de 1950, todo el mundo preguntaría por el papá de ese muchachito que andaba como perdido y alucinando. Los coches de entonces, eran para hombres de pelo en pecho.

Felizmente el “hubiera” nunca ha sido posible. Muy afortunado aquel, que vio correr a uno y a otro. Así, no quedaría nada más que decir. Sino que aceptar a los dos, como grandes campeones de sus tiempos.

Mediante una serie de ecuaciones muy ingeniosas, hace tres o cuatro años, un brasileño [Willian Ceolin] heredó el ranking universal de la mayoría de los pilotos de F1, en todos los tiempos. A Fangio, le correspondió ser el número seis de la historia, gracias al gradiente obtenido, de 874.6. En cambio a Hamilton le dio la operación, un marcador de 1,140.6 tantos; para colocarlo debajo de Alain Prost, el segundo (con 1,310.7 puntos) y de Michael Schumacher quien es el primero, debido a sus 2,347.9 unidades arrojadas.

Ya se entiende que los números son abstracciones, que simplemente, sustentan lo que se supone. Ello, no obstante a que el cincuenta por ciento de los lectores, estén de acuerdo y, la otra mitad: por supuesto, que no lo estará. Nunca.

 

ENTRE MEXICANOS

Sergio Pérez ha llegado a reunir el ascenso a siete podios. Ahora, de inmediato y de manera muy olímpica aseguran complacientes –y a los cuatro vientos– que el piloto de hoy, ha igualado a Pedro Rodríguez de mil novecientos siempre.

Con una salvedad. Las mandarinas y los trenes eléctricos pueden ser de color anaranjado al mismo tiempo, pero eso, no hace que funcionen igual.    

Vale aplicar todo lo que se ha leído antes por aquí, sobre la vida comparada de los dos campeones, entre ellos. Para dilucidar ahora, el valor específico de cada uno de estos pilotos mexicanos, que como casualidad, ninguno ha tenido un cetro de la Fórmula 1.  

Lo más llano y huero, siempre, ha sido la salida fácil. Recargar en la fortuna de los señores Slim el andar de Sergio Pérez por la categoría suprema. Lo que bien visto, es de una enorme falsedad, porque más allá de un mecenas o un patrocinador, hay que acudir a las circunstancias de cada cual de los pilotos en cuestión ¿Por qué S. Pérez ha sido el elegido y no, otro volante de México? Se entiende así, que no es suficientemente sólido, el sesgo del dinero encontrado, con tanta facilidad. Que además, no tiene manera de discutirse el caso, porque así ha ocurrido y sanseacabó. Es hasta cierto punto verdad, que por ahí detrás: pueda estar la riqueza de una de las familias más ricas del mundo en el transcurso de la carrera del as de hoy; pero ello, es una verdad apenas parcial. Para que entonces, sea muy saludable recordar que a Pedro Rodríguez, lo apoyó sin cortapisas el presidente mexicano Adolfo López Mateos en los primeros años del “racer” genial, sobre todo corriendo bajo la lluvia.  

No parece de lo más justo dejar en manos de sus inversores, la explicación absoluta de lo que ha conseguido un conductor del vértigo total, poniendo en riesgo su vida, por encima de todo lo demás. Que se tomen en cuenta todos los factores exógenos, puede ayudar sólo para tener una visión incompleta. Sin embargo, la esencia estará siempre, en el manejo en las pistas y lo que se va obteniendo al paso de las carreras; así como, en la suma de lo que se alcanza en los totales cuando el recorrido ha terminado, o se lo analiza puntual.

Sergio Pérez nunca llegará al grado de eficiencia y de eficacia que dejó como herencia Pedro Rodríguez en poco más de medio centenar de carreras. P. R., apuntó una contabilidad que ya es inamovible e imposible de ser superada por el joven piloto de Jalisco.  

Los tiempos y las circunstancias, como está dicho, son algunos de los factores que determinan de lo que se consigue hacer en la vida. De igual manera, las abismales condiciones tan diversas que han enfrentado en su profesión los dos pilotos mexicanos son determinantes, para que cada uno tenga su historia aparte. Así como se trazaron las distintas ocurrencias entre los dos monarcas mundiales, aquí, poco arriba.

Ninguno de los dos puede ser objetivamente, mejor que el otro. Son sujetos, no objetos. Todo los que se haga para ponerles etiquetas es: subjetivo. Luego entonces, Sergio Pérez no ha igualado a nadie. Porque cuando se lo dice, se presta para una confusión generalizadora, que resta grandeza a Pedro Rodríguez. Porque fue mayor en su dimensión el primero ¿o no se lo ve así? ¿Se tendrán dudas al respecto?

Hay un detalle que no se percibe tan claro en el caso del binomio Fangio-Hamilton y sí que lo está, en el comparativo –a todas luces cándido del dúo Rodríguez-Pérez– y es que, entre carrera y carrera: Pedro corría en otras categorías de competición de manera continua. Y lo hacía de un modo maravilloso. Admirable. No se puede restar un ápice a que llegó a ser el mejor del mundo, en su tiempo, manejando los autos en las “pruebas de resistencia”; hay una historia casi sin fin de todas las competencias en las que estuvo al servicio de la N.A.R.T., manejando los coches de Ferrari. Cualquier cantidad de trofeos lo dejan evidenciado.

Pedro Rodríguez no vivió el privilegio de los grandes montos económicos, como se estila en esta era; tampoco, tuvo contratos que lo aseguraran por fechas determinadas para tener el trabajo constante y sonante. Al contrario: había que alquilar coches, y en muchos casos, ir negociando carrera por carrera, los asientos. Era permanente la intranquilidad en su vida al servicio del deporte. Todo se podía venir abajo en cualquier momento inesperado. Y así ocurrió el 11 de julio de 1971.

Cuando se adjuntan las hojas de servicios de los dos mexicanos, es básico, no soslayar los porcentajes; porque hablan de la productividad de cada volante, tal % se obtiene al considerar el número de largadas, contra las obtenciones de registros. Esa observación pone muy en claro, que Sergio Pérez nunca igualará a Pedro Rodríguez. Tan sencillo, como caer en cuenta que al noveno intento en un Grand Prix, ya se había embolsado PR, su primer triunfo. En este punto, cabe una situación peculiar que, de ser cierta, dibuja de cuerpo completo las peripecias que había que hacer para competir por los tiempos aquellos del romanticismo más auténtico…

…En 1967, cuando triunfó Pedro Rodríguez en la carrera de Kyalami (Sudáfrica) lo hizo con el coche Cooper modelo T-81 y con el impulsor Maserati 9/F1 V-12. Las mismas siglas –y tal vez el mismo vehículo– que mostraba aquel que manejó John Surtees, al ganar la última carrera del año previo, en México. Esto es, que del 23 de octubre de 1966, hasta el 2 de enero de 1967: se mantuvo vivo ese auto, o uno idéntico. No es gratuito señalar otra referencia, en la Ciudad de México la altitud sobre el nivel del mar es de 2,250 metros y en Kyalami de 1,500. Haya sido o no el mismo carro, de seguro: que sí que obedecía a parecidas razones técnicas para lograr el SetUp o el reglaje idóneo; y eso, sin dejar de lado el factor climatológico, ya que de un clima otoñal, se fue a donde hacía un calor canicular. Por lo tanto, había que saber conducir muy bien todas las situaciones que se presentaran y sobreponerse a ellas. Esto es: a saber ganar.   


PEDRO RODRÍGUEZSERGIO PÉREZ

54 largadas101 largadas (hasta el 22 de junio de 2016)

En 10 temporadasEn 6 temporadas

4 equipos: 3 equipos:

  Lotus, Ferrari, Cooper y BRM   Sauber, McLaren y Force India

4 motoristas: 2 motoristas:

  Climax,Ferrari,   Ferrari
  Maserati y BRM   y Mercedes Benz

2 victorias (3.70%)-

1 vuelta más rápida (1.85%)3 vueltas + rápidas (15.84%)

7 podios (12.96%)7 podios (6.93%)

25 abandonos (46.30%)16 abandonos (15.84%)

71 puntos*305 puntos*

86 giros liderando23 giros liderando

587 Km a la cabeza115 Km a la cabeza

2,812 Laps en total5,448 Laps, hasta la fecha

13,584 Km en su carrera27,812 Km los que lleva, hasta hoy

11 GP fuera del campeonato-

* Sólo los seis mejores eran premiados con puntos en los años de Rodríguez: al primero nueve unidades; 6, 4, 3, 2 y 1 para los que llegaban del segundo, al sexto sitio. En estas fechas, son 10 quienes cosechan dígitos: 25 el triunfador; 18, 15, 12, 10, 8, 6, 4, 2 y uno, del segundo, al 10º  

En el fulano ranking de siempre, que abarca, hasta el piloto que se coloca en el cajón # 271, ya sin nada que anotarle. Pedro Rodríguez, se encuentra en el 71º lugar, con 33.8 de puntuación. Sergio Pérez en el # 105, gracias a 9.1 puntos que rinde la ecuación.  

Sin duda son cifras inútiles, que por acaso, servirán como un tipo de sostén a las conversaciones, para que no todo sean palabras que se lleva el viento. Ya se lo conoce muy bien al tema. Cada quien tiene a sus favoritos y verá la realidad con los lentes que se quiera calzar. Eso, es muy respetable.

Tanto, como oír o leer otra versión más de un mismo asunto, y pensar qué tan equivocada o cierta estará. Sin matarla con el desinterés porque no es la propia.

 

DOS EXPRESIONES DEL VÉRTIGO

Gracias a dos tipos de carreras. Un par de mundos que parecen el mismo, y no lo son. Como en el atletismo, es el sprint o la maratón. Viene esto a colación, por los comentarios tan encendidos que despertaron el fin de semana anterior por medio de las “redes sociales”, unas 24 Horas de Le Mans de alarido, al final, y un Grand Prix inesperado en Azerbaiyán. Enseguida, se desbocaron con golpes tan severos como: “Yo me engancho a Le Mans, porque esa sí, que es competición”. O más aún: “La verdad en las carreras y no, tanta politización”. Lindos comentarios pero, también, mistificados.

Comparaciones que no caben. No por odiosas como se dice, sino por desbaratadas. Hasta un chiquillo se da cuenta que en una de las competiciones de éstas, se ven puros coches cerrados o con techo y en las otras, con la cabina destapada. Dar la cara al viento no es un asunto baladí. Las cuatro ruedas al descubierto, tampoco. Pero resolver el asunto en dos horas, en vez de hacerlo en 24, sí es un diferencial absoluto. En ambos tipos de carreras, es básico tener un equipo, sólo que en los enfrentamientos de larga duración, de “endurance”, el mérito se reparte entre varios pilotos.

Otro tema es el de la espera. Para que vuelva Le Mans debe de pasar un año, mientras que el campeonato de Fórmula 1 ya dejó ver cerca de 20 enfrentamientos más. De suerte que, vale la pena poner otra vez el punto encima de la i. Ya que, como en pocos deportes que se basan en los motores: la F1, marca la distancia, al requerir a un mínimo de 90 o 100 personas de tiempo completo, metidas de lleno en la competición con toda la entrega y las mejores calificaciones de profesionalidad; lo que muchas veces, se excede hasta llegar a los 250 miembros o una corporación detrás. Las exigencias, son de otro mundo.

Parecerá que lo manda decir Pero Grullo, pero es que se pueden amar y disfrutar los dos lenguajes. No está reñido el apasionarse por uno y también por el otro deporte sobre cuatro llantas. Enseguida, hay que hacer notar que también existen pruebas temerarias y muy interesantes montados los competidores en motocicletas de fábula, y ni se diga, las carreras sobre las bicis. O, hasta los Derbys de la hípica mundial.

Todo es cuestión, de que a la gente le guste el movimiento a toda prisa, o al menos, como espectador.  Asimismo, es una opción posible quedar al sesgo. Callado. Sí. El silencio es mejor.

¡Venga!

Muy amigable mente,

Ángelo della Corsa

 

 

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