Artículo especial

¡A Mil Por Hora!

Nuestro columnista nos habla de la Pérfida Albión, Así le llamo De Gaulle a Inglaterra.

Ross Brawn, director de equipo, Mercedes GP

Foto de: XPB Images

Se puede hacer una crónica sobre los autos de carreras que han estado presentes en los recientes 65 años dentro de La Carpa. Pero bien se explica que es una imposibilidad concreta hablar de cada pequeño detalle, y de cada equipo que se ha inscrito. Se sabe que unos, más bien han seguido el guión de un sueño guajiro. Otros, que llegan desfalleciendo. Nada más los que saben mucho y son obsesivos, perduran. Son esos que de verdad están hechos para la alta competición.

No se ha rehusado a decir que hay organizaciones como Andrea Moda, Benetton, Candy o Leyton House, por ejemplo, que nacieron por un interés –meramente– en busca de promocionar una marca. Como es el caso de Red Bull en esta época, organizaciones que más tarde o más temprano, desisten, porque su fin último es otro. Anunciar. Y eso, no tiene nada que ver con el caso de tratar de ser inmortal como un equipo entre los más grades de la historia ¿O no fue maravilloso firmar una hazaña como la de Brawn GP en un solo año de existencia?

De manera que si se busca, hay un cierto sesgo para ir deshojando los detalles de las escuderías. Abordándolas según el país que las vio al ser alumbradas. Para comenzar, diciendo algo sobre los equipos británicos…

…También cuenta y de modo capital, la escuela que dejan y los desarrollos promovidos por cada una en los recorridos que han hecho ciertos ases de la más avanzada mecánica concerniente a los autos de carreras. Uno por uno, en su tiempo, marcó pautas. Son las rupturas del saber y del actuar. Como paradójicamente, verbigracia, ahora gobierna inmisericorde Alemania de un modo que nunca antes se vio. La dictadura de la tecnología y los euros.

DESDE LA ISLA

En las páginas escritas por los amos de la técnica, es innegable la importancia de llamarse Lotus, McLaren o Williams. Descendientes de los talleres míticos –sobre todo en Inglaterra– donde se hacían asimismo los BRM (con 17 triunfos en su historial), los Cooper (con 16 grandes éxitos) o los Vanwall (que sólo acumularon nueve).

Pero estos, que hasta hoy rifan, son de otro pedigrí: Lotus lleva 81 victorias, con siete campeonatos de constructores en su haber; Williams 114, con nueve coronas mundiales; en tanto que McLaren, cuenta los 182 triunfos y ocho trofeos como el mejor entre todos los teams.

Tienen en común ser ingleses de pura cepa. Colin Chapman (1928-1982) fue un visionario precoz, discurriendo cambios que afectarían el devenir de los autos de Fórmula 1. Estos suyos, con la flor de loto como emblema: reúnen 421 largadas efectivas en 42 temporadas. Hicieron su aparición en el Grand Prix de Mónaco de 1958. Con ocurrencias formidables como la del “efecto suelo” por las llamadas dobles polleras; o las suspensiones traseras en las que se ancló la caja de velocidades para reducir el tamaño del plato o fondo plano; los soportes BackBone y, posteriormente, con las suspensiones activas: hitos que marcaban una muesca histórica gracias a cada cual de sus innovaciones.

Lo distinguió la lucidez para ser de los primeros en entender las carreras como un asunto eminentemente financiero, que dependería del marketing y ni se diga, del hallazgo de pilotos fenomenales que puso a su servicio. Hizo coronar como monarca a Jim Clark en 1963 y 1965 con motores de Climax; en 1968 a Graham Hill con maquinaria de Ford-Cosworth; y con esa misma marca logró en 1970, que se inmortalizara Jochen Rindt; también en 1972, elevó a leyenda al primer brasilero ganador en la F Uno: Emerson Fittipaldi y por fin, hizo campeón a un insólito norteamericano, Mario Andretti, en 1978.

Poco después llegaron las vacas flacas. Una vez muerto Colin: su equipo fue pasando de mano en mano. Posteriormente tuvo un largo reposo, antes de volver en una nueva era que dio inicio apenas en 2010, con dueños y empresas muy lejanas a su idea de la competición; pero que se han servido de ese nombre legendario: Lotus. Y ahora, su destino pasa quién sabe a dónde, porque Renault se ha vuelto a hacer con la propiedad de los lujuriosos bólidos en negro y dorado.

Frank Williams, con Patrick Head, inició su brillante historial en el GP argentino de 1975. Creador de un hilado jubiloso de fábulas de la más alta velocidad, con grandes cimas y mayores simas. 300 podios en su currículo dejan atisbar a un equipo grandioso en el que han desfilado: Jacky Ickx, Clay Regazzoni, Derek Daly, Carlos Alberto Reutemann, Thierry Boutsen, Riccardo Patrese, Juan Pablo Montoya, Martin Brundle y muchos cascos más, hasta completar una lista de 62 corredores; entre ellos, a tres del sexo femenino: Desiré Wilson, Lella Lombardi y Susie Wolff.

Les obsequió títulos de reyes del orbe a: Alan Jones en 1980, Keke Rosberg en 1982, Nelson Piquet en 1987, Nigel Mansell en 1992, Alain Prost en 1993, Damon Hill en 1996 y a Jacques Villeneuve en 1997.

En 1994, vivió su más grande catástrofe cuando se mató Ayrton Senna en su Williams modelo FW-16, disputando el GP de San Marino en Ímola.

Ahora, se ve que falta uno que no debe ausentarse. McLaren. Que casualmente pasa por la peor de sus eras y, entonces ha de seguir muy pronto hablar de sus proezas. Algunas fenomenales, como aquellas asociados también con Honda, en las cuales Prost y el paulista enorme, dejaron escritas páginas incomparables.  

Hay más tiempo que vida. Con enorme gusto…

Muy amigable mente,

Ángelo della Corsa

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